martes, 11 de mayo de 2010

 Víctor Amela: “Soy el de La Vanguardia”

El día siete de febrero me había citado en la terraza del Bar Sandor, en pleno centro de Barcelona. Uno de aquellos bares que suelen ser frecuentados por los extranjeros que visitan la ciudad condal o por aquellas personas que deciden cerrar compromisos económicos.

El bar se encontraba en una plaza, a menos de dos minutos de un gran edificio negro lleno de oficinas, entre ellas, estaba La Vanguardia. Él es una de aquellas personas que todos han querido conocer alguna vez en su vida y hacer su trabajo: entrevistar.

Mientras me dispongo a esperarle, ya que llegué demasiado puntual para no dar una imagen incorrecta, decidí cual seria nuestra mesa: aquella que no fuera cercana a gente que estuviese hablando (para no distorsionar la grabación de audio), que no diera el sol directamente para no sufrir molestias en la visión y que tuviera un fondo bonito para la fotografía que retrataría nuestro encuentro.

Víctor M. Amela aceptó encantado mi propuesta de entrevista, simplemente quería saber algunas inquietudes que tenía sobre su vida, ya que si buscamos algo sobre él en Google podemos encontrar simplemente las entrevistas que realiza. Quería ir más allá.

Su melena destaca en su figura, si preguntamos por la calle lo reconocen por ello y por ser “el de La Vanguardia” según me comenta. Además, cuando sale por televisión, ya sea en sus colaboraciones en El Club de TV3 o Arucitys de 8tv su estilo es muy particular: americanas informales, tejanos o pantalones a conjunto, camisas normalmente blancas y destacando sus calcetines a rayas o de colores llamativos.

El año 1960 nacía un incono importante en el mundo periodístico especializado en la comunicación, precisamente en el mundo televisivo. Crítico, periodista y lector, este gran entrevistador se define a sí mismo en Haciendo la contra como “Tengo 42 años. Nací en Barcelona, con genes en Maestrat y la Alpujarra. Soy hipocondríaco y periodista. Escribo en La Vanguardia desde 1984. Estoy casado y me crecen dos hijos de 8 y 5 años. He votado mucho en blanco. Creo en la indiferencia del cosmos, en la imaginación creadora, en Gauguin y en Stevenson. Y en el espectáculo del mundo. Y en que todo podría ser peor”.

Se matriculó en Periodismo y Derecho pero encontró que el Derecho no le atraía, a pesar de que supiera que el Periodismo no le iba a dar un futuro ya que no tenía mucha salida laboral encontró que “tenia todo: vida, carne, hueso, fuego, saliva, pasiones, cara y ojos” afirma V.Amela. El año 1984, en quinto de carrera, se dio cuenta que lo suyo era ser periodista “cuando entré en prácticas en La Vanguardia probé la droga de la redacción y me enganché. El veneno del periodismo vino con el roce”.

Des de 1985 hasta 1990 trabajó en la revista TP y él mismo recuerda su experiencia “con gusto: era una revista muy leída, sobre todo por personas mayores. Gracias a las entrevistas que hice ahí conocí a toda la plantilla de presentadores y profesionales de los primeros años de TV3, uno a uno. Y practiqué además las técnicas de la entrevista”.

Víctor es una persona humilde, que intenta no destacar por encima de los demás, lo es tanto que cuando le pido que escriba su propia entradilla de su entrevista me dice que “no me gusta mucho autoetiquetarme en plan colección de mariposas”. Amela, además, destaca por su interés por conocer siempre cosas nuevas, “me parece que es un rasgo de mi carácter que le viene muy bien al oficio que hago” comenta.

Algunos estudiantes de periodismo se preguntaran si los que ejercen ya la profesión se imaginaban en algún momento de sus estudios su nombre publicado en cualquier publicación. Víctor Amela afirma entre risas que “Dudaba de ver jamás mi nombre impreso. La primera vez sentí un placer cósmico, casi orgásmico”.

Cuando su etapa en la revista TP terminó, comenzó su gran viaje por La Vanguardia, donde lleva 24 años subido a ese tren que se le presentó en la vía adecuada. Su experiencia la califica como “la mitad de mi existencia. Me cuesta distanciarme. He ido construyéndome sobre esa experiencia, día a día, algunos tensos, otros gratos”.

En La Vanguardia entró en la sección de comunicación, en concreto en televisión, y des de ese momento no ha salido de ahí, sino que se ha creado su puesto a pulso ya que hoy en día, una de sus facetas mas galardonadas y envidiadas por otros diarios es la de ‘La Contra’. Cuando los profesores de diseño se paran a analizar las contraportadas siempre destacan esta tan especial. El trío formado por Lluís Amiguet, Ima Sanchís y el mismo Víctor M. Amela ha creado durante mas de diez años una de las secciones más importantes de este diario español.

Este periodista habrá entrevistado ya más de mil personas, todas diferentes, con rasgos y cualidades muy distintas pero con una historia que contar. Para él es muy difícil quedarse con una pero sí que puede destacar la entrevista que realizó al actual presidente del Gobierno cuando aún no lo era. Pero para Víctor “Todos los personajes son destacados, o no los entrevistaría”.

Muchos lectores se preguntarán si algún día desaparecerá ‘La Contra’ ya que hacer 365 entrevistas al año es algo difícil, por lo tanto le pregunto si ha existido alguna vez el miedo a no tener a nadie más para entrevistar, “Cuando empecé con ‘La Contra’ pensé: ‘Y cuándo se nos acaben los personajes, qué?’. Pronto aprendí que sólo se acabarán el día en que mi curiosidad se acabe”.

Tarda un día y medio aproximadamente en realizar una de estas contraportadas que tanto éxito tienen. A la hora de escoger el personaje “No hay normas. Depende de mi olfato, intuición y ganas de cada momento. No me gustan los actores, los periodistas, los políticos ni los figurones ni los tipos con rimbombantes cargos sociales. Voy con cuidado con las ONG. Me encanta lo que se sale de lo previsible, lo sorprendente, lo raro”.

“Lo que hace único a mi entrevistado es el momento que pasamos juntos. Es irrepetible, singular, y mío. Luego, de todos los lectores” afirma este amante de su trabajo. Además, Víctor Amela trabaja en 8tv en el programa Arucitys como colaborador habitual. Los viernes dedican una parte del programa a ‘La tertulia’. Víctor ocupa una de las sillas más cercanas al presentador, Alfonso Arús, y nos ofrece su opinión como experto en la materia sobre la televisión española.

Víctor Amela se encuentra a gusto alrededor de los contertulianos, la mayoría más jóvenes que él, y expone su opinión, muy valorada por los demás. Hay momentos en los que vemos reflejada su humildad ya que en ninguna situación defiende su opinión como la única válida. Además, siempre nos explica algo con una sonrisa en la cara. Sobre la televisión opina que “es conservadora: si puede copiar, no inventa. Clonar es menos fatigoso que crear de la nada”. Además, nos confiesa que él ve “lo que me echen, lo que importa es mi mirada, no lo que miro”.

Los reality shows son muy comentados en este programa, y él intenta buscar un motivo por los cuales han tenido tanto éxito: “Cada vez más se trata de una realidad guionizada, una ficción con apariencia de realidad. Gustan porque nos gusta ver a nuestros semejantes en situaciones especiales. Estar protegidos por el cristal del televisor nos hace sentir morbosamente invulnerables”.

Víctor Amela parece una persona muy seria y realmente apasionada por la cultura. Si nos dijeran que es un fanático de algunos programas tan populares como Gran Hermano, pocos serian los que lo creyesen. Por lo tanto, me atrevo a preguntar si cree que la televisión española debería ampliar su oferta cultural televisiva. “Ya los tiene La 2. Y si hubiese un tercer canal con programas de filosofía, arte, poesía, geografía e historia, mejor. Los vería poca gente y habría que pagarlos entre todos. Yo, encantado”.

Este analista de televisión y entrevistador sorprendería a más de uno cuando explicase que durante diez años hizo de profesor en la Universitat Autònoma de Barcelona y la Universitat Ramón Llull. Su experiencia como docente “la disfruté mucho, excepto en los días de corrección de trabajos y exámenes. A los 10 años de impartir clase me pareció que ya no sentía el mismo entusiasmo del principio, y lo dejé”.

Para acabar, le preguntamos como se siente con su vida y su trabajo, “No se me ocurre otro mejor” afirma con seguridad.

Desafortunadamente, Víctor Amela nunca apareció aquel dia por la terraza Sandor. Después de una larga espera, me rendí: le habría surgido algo. Y acerté, esa misma noche se disculpó por email y me ofreció la oportunidad de conseguir una entrevista por ese canal.

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